Origen o evolución de la escritura
Por esta limitación, es
muy poco lo que conocemos de sus creencias y de su modo de pensar. Pero,
con el tiempo, el hombre superó esta barrera e inventó la escritura, y así
pudimos tener una idea acerca del carácter de tal o cual soberano egipcio,
muerto hace treinta o cuarenta siglos. Solo fue necesario leer los textos
referido a él.
Sin lugar a dudas, la escritura es una de las grandes
conquistas de la humanidad, y los textos más antiguos que han llegado hasta
nosotros constituyen el punto de partida de los tiempos históricos.
Primeros atisbos de
escritura: los dibujos
Los testimonio más
antiguos de lenguaje escrito los encontramos en las tabletas de piedra sumerias,
encontradas en la Baja Mesopotamia y que
datan del año 3.500 antes de nuestra era; se trata de documentos de carácter administrativo y contable referentes a los
impuestos que se había de pagar al templo.
Aunque es probable que
ya antes hubiera formas primitivas de escritura, es indudable que la escritura
sumeria tuvo su origen en las exigencias propias de la economía y
administración públicas.
Con el aumento de la
productividad del país, como resultado de los sistemas de canalización y de
irrigación inspirados por el Estado, el exceso de la producción agrícola
acumulada tuvo que conservarse en los depósitos y silos de las ciudades, lo que
exigió llevar una contabilidad de los productos que ingresaban en la ciudad,
así como los manufacturados que salían para el campo.
Estas primeras inscripciones sumerias corresponden
a dibujos más o menos esquemáticos de los objetos a los que designaban.
Esta primera forma de escritura se llama pictográfica. La escritura ideográfica, en la que cada
signo o grupo de signos expresa una idea, está muy próxima a la anterior, hasta
el punto de que no se suele hacer distinción entre ellas.
La escritura pictográfica es ―al menos en un
principio― fácil de interpretar, sobre todo cuando los signos se parecen a los
objetos designados: un barco, un sol, una espiga, un pez. Este tipo de
escritura ha sido empleado por numerosos pueblos primitivos hasta hace poco;
entre otros por los esquimales y
por los indios de
América del Norte.
Con el tiempo, los escribas sumarios comenzaron
a registrar no sólo ideas, sino también sonidos. Combinaron signos y formaron
palabras; se parecía a los jeroglíficos
de los pasatiempos en los periódicos actuales. Por
ejemplo el signo de "sol” y
el signo de "dado “forman
la palabra "soldado'.
Fue un avance significativo y decisivo pues luego apareció la escritura fonética.es
Parece ser que la
necesidad de escribir más aprisa condujo a los escribas sumarios a adoptar los signos cuneiformes (en forma de cuñas). Se imprimían con una caña
cortada a bisel, en tabletas de arcilla cruda que después se cocían.
La escritura cuneiforme
es más esquemática que la escritura ideográfica primitiva. A partir del milenio
III antes de Cristo la escritura sumeria se extendió entre diversos pueblos
mesopotámicos (acadios, babilonios, asirios), pero siempre conservó su doble
carácter pictográfico y fonético.
También la escritura de
los antiguos egipcios adquirió
este doble carácter. Apareció poco después de la escritura sumeria: hace unos
5.000 años. Sus signos se llaman jeroglíficos (de las palabras griegas hieros, "sagrado", y glyphein, "grabar")
y eran considerados por los egipcios como la palabra misma de los dioses.
Sin embargo, al poder
representar tanto una idea como un sonido, fueron muy difíciles de
interpretar: ello explica que se tardase tanto tiempo en descubrir la clave de
la escritura egipcia.
En 1799, un miembro de
la expedición napoleónica descubrió en Rosetta, cerca de Alejandría, una losa
de basalto con tres inscripciones que se remontaban al año -196. Una
inscripción estaba grabada en escritura jeroglífica; otra, en demótico (otro
sistema de escritura egipcio), y la tercera en griego (idioma que Champollion
conocía).
Como la inscripción griega sugiere que se trata de un mismo texto redactado en
tres idiomas distintos (un texto en honor del faraón Ptolomeo V), se pensó que
la piedra de Rosetta podía conducir al desciframiento de los jeroglíficos, que
hasta entonces eran un auténtico enigma. Se sacaron copias de las
inscripciones y se enviaron a Francia, donde Champollion se entregó a su
estudio desde 1808.
Con la ayuda del texto
griego, descubrió los jeroglíficos que formaban el nombre del faraón: Ptolmys.
Más tarde logró determinar, en un obelisco descubierto en Filé en 1815, los signos
que formaban la palabra Cleopatra.
Y, a partir de los
signos comunes de estos dos nombres (P, 0 y L), consiguió establecer las
equivalencias de los demás. Había sido develado el secreto de los
jeroglíficos y, con él, el de toda una civilización.
Hacia el alfabeto
Hace más de tres mil
años, los fenicios, un pueblo de marineros y comerciantes que
vivían en lo que hoy es el Líbano, tenían ya un alfabeto. Constaba de sólo veintidós signos consonánticos, con lo
cual la escritura se simplificaba enormemente. Eran signos de valor
puramente fonético. Permitían escribir ya cualquier palabra.
Los fenicios difundieron
el alfabeto por todo el Mediterráneo y lo adoptaron muchos pueblos.
Por ejemplo, los
griegos, que le añadieron los signos vocá1icos. Los etruscos lo legaron,
modificado, a los romanos, y éstos lo propagaron entre los pueblos de su
imperio.
Tras una larga
evolución, el alfabeto latino ha llegado hasta nosotros; el alfabeto griego dio
origen al cirílico, utilizado aún hoy por los eslavos, entre ellos los rusos.
El latín era la lengua oficial
del gobierno y la administración romana. Se extendió por todo el Imperio.
Durante la Edad Media
fue la lengua oficial de los estados occidentales. Se convirtió en el idioma
oficial de la Iglesia Católica y se mantuvo como la lengua culta hasta
el siglo VIII. Idiomas como castellano, portugués, italiano y rumano,
derivan de él.
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