domingo, 20 de julio de 2014

Revolución industrial


REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Orígenes de la Revolución Industrial en Inglaterra
Después de siglos de estancamiento en Europa, el crecimiento económico volvió a encontrar perspectivas muy favorables. La Revolución Industrial iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, al cambiar las condiciones de producción, indujo un enriquecimiento espectacular que se fue generalizando con el correr de los años.
Un buen índice de este crecimiento fue su producción de hierro: 60.000 ton. en 1780; 300.000 ton. en 1800 y 700.000 ton. en 1830.
Es el mayor cambio que ha conocido la producción de bienes desde 1800 en Inglaterra. La aparición de las máquinas, instrumentos hábiles que utilizan energía natural en vez de humana, constituye la línea divisoria entre dos formas de producción. La producción maquinista creó las condiciones para la producción y el consumo en masa, característicos de época actual, hizo surgir las fábricas y dio origen al proletariado.
La revolución industrial es el cambio en la producción y consumo de bienes por la utilización de instrumentos hábiles, cuyo movimiento exige la aplicación de la energía de la naturaleza. Hasta finales del siglo XVIII el hombre sólo había utilizado herramientas, instrumentos inertes cuya eficacia depende por completo de la fuerza y la habilidad del sujeto que los maneja. El motor aparece cuando se consigue transformar la energía de la naturaleza en movimiento. La unión de un instrumento hábil y un motor señala la aparición de la máquina, el agente que ha causado el mayor cambio en las condiciones de vida de la humanidad.
La aplicación de la máquina de vapor a los transportes, tanto terrestres como marítimos, tuvo una inmediata repercusión no sólo en procesos de comercialización, sino también en la calidad de la vida, al permitir el desplazamiento rápido y cómodo de personas a gran distancia.
La construcción de los ferrocarriles fue la gran empresa del siglo XIX.
La tecnología
A comienzos del siglo XVIII las telas que se fabricaban en Europa tenían como materia prima la seda (un artículo de lujo, debido a su precio), la lana o el lino. Ninguna de ellas podía competir con los tejidos de algodón procedentes de la India y conocidos por ello como indianas o muselinas. Para entonces, la producción de tejidos de algodón en Inglaterra era insignificante y su importación desde la India constituía una importante partida de su balanza mercantil. Para competir con la producción oriental se necesitaba un hilo fino y fuerte que los hiladores británicos no producían.
La primera innovación en la hilandería se produjo al margen de estas preocupaciones: Hargreaves, un hilador, construyó el primer instrumento hábil, la spinning-jenny (1763), que reproducía mecánicamente los movimientos del hilador cuando utiliza una rueca y al mismo tiempo podía trabajar con varios husos. El hilo fino pero frágil que con ella se obtenía limitó su aplicación a la trama de tejidos cuya urdimbre seguía siendo el lino. Continuó por tanto la fabricación de tejidos de lino y la productividad recibió nuevo impulso debido a las limitadas exigencias de la jenny en espacio y energía.
Pocos años después surgía la primera máquina, con la aparición de la estructura de agua de Arkwright (1870), que recibe su nombre porque necesitaba la energía de una rueda hidráulica para ponerse en movimiento.
Para entonces, Samuel Crompton había construido una máquina nueva, inspirada en las anteriores, conocida como la mula, y que producía un hilo a la vez fino y resistente. El grueso de un hilo se mide por el número de madejas de 768,1 metros (840 yardas) que se puede obtener con 453 gramos de algodón (una libra). Un buen hilandero podía fabricar 20 madejas y la mula comenzó duplicando esta cifra para pasar a 80 y poco después a 350, más de 268 km. El número de husos, que no pasaba de 150 en la primera versión, alcanzó los dos mil al cabo de unos años y todo ello se conseguía con el solo trabajo de un oficial y dos ayudantes. La exportación de tejidos británica se multiplicó por cien en los cincuenta años que siguieron a 1780.
A partir de la renovación de la hilandería se puso en marcha un proceso que condujo a la mecanización de todas las etapas de la producción de tejidos, desde la desmontadora de algodón, fabricada en América por Eli Whitney, hasta las máquinas que en Inglaterra limpiaban de cualquier impureza el algodón en rama (trabajo especialmente penoso por el polvo que levantaba), el cardado y la elaboración mecánica de los husos para la fabricación de hilo. Una vez fabricado éste, los telares mecánicos, desarrollados en Francia por Jacquard, sustituían ventajosamente a los manuales tanto por la rapidez como por la calidad.
El blanqueado de la tela, que llevaba varias semanas, se redujo a un par de días cuando al cambiar el siglo se descubrió un procedimiento químico a base de clorina. El estampado, que concluye el proceso, se hacía utilizando tacos de madera, que se aplicaban manualmente, hasta que en 1785 se encontró un rodillo que multiplicó la producción.
La demanda de energía que las máquinas textiles requieren fue satisfecha inicialmente recurriendo al método tradicional de las ruedas hidráulicas y las primeras fábricas se establecieron en las orillas de los ríos, tomando el nombre de molinos. La irregularidad de la corriente aconsejaba buscar una fuente independiente de energía. Las experiencias para conseguir un motor capaz de elevar el agua, mediante el vacío producido por la condensación del vapor, habían llegado, a mediados del siglo XVII, a una primera formulación, desarrollada por Savery en una máquina eficaz, aunque de escasa potencia y limitada aplicación.
Newcomen combinó la presión de vapor con la atmosférica para producir una máquina mucho más eficaz, aunque muy costosa por la cantidad de combustible que requería el calentar y enfriar sucesivamente el cilindro en el que se iniciaba el movimiento. En la universidad de Glasgow enseñaba Black, quien había descubierto la existencia del calor latente de vaporización, principio que venía a explicar la gran cantidad de agua que se necesitaba para conseguir la condensación del vapor.
Pero el doctor Watt fue quien dirigió sus trabajos para independizar las dos etapas del proceso (vaporización y condensación) de modo que no hubiera pérdida de energía. La construcción de un condensador independiente, que permanecía constantemente frío, en tanto el cilindro estaba siempre caliente, puso fin al despilfarro de carbón. La utilización de un cilindro de doble efecto permitió prescindir de la presión atmosférica en tanto la aplicación de altas presiones, sin las cuales no había posibilidad de aplicar el motor a un vehículo, se encuentra en el origen de la locomoción mecánica.
De entrada, la máquina de vapor vino a resolver el problema planteado por el drenaje de las minas y, junto con la lámpara de seguridad de Davy (1815), permitió abrir pozos cada vez más profundos y explotar aquellos que habían sido abandonados por las dificultades y riesgos que implicaba la explotación.
En cuanto al hierro, su demanda estaba limitada por la dificultad de transformar el mineral. éste se presentaba combinado con oxígeno cuya eliminación se realizaba mediante combustión en altos hornos. La masa fluida que se obtenía en la parte inferior estaba llena de impurezas que eran eliminadas mediante el afinado, que le quitaba el carbono sobrante, y el forjado, en el que los golpes de un martillo hidráulico permitían homogeneizar su estructura.
La primera línea de mejora consistió en la sustitución del carbón por el coque, que se obtiene mediante la combustión incompleta del carbón para separar el sulfuro y el alquitrán. La utilización de coque en la producción de hierro se realizó con éxito a comienzos del siglo XVIII por Abraham Darby, pero sólo se generalizó en la segunda mitad del siglo.
Una nueva técnica para mejorar la calidad del lingote fue el pudelado, en el que la fusión se realizaba manteniendo separado el carbón del mineral. El acero es el hierro sin otra impureza que uno por ciento de carbono; hasta entonces se había conseguido en pequeñas cantidades utilizando como materia prima un mineral de excepcional pureza. La fundición del hierro en un crisol y a más altas temperaturas permitió la producción masiva de acero y con ella la satisfacción de toda clase de demandas procedentes de la propia industria.
Los cambios en la agricultura
El parlamento inglés, durante el transcurso del siglo XVIII, permitió cercar las fincas en el campo abierto. El gasto que demandaba esta operación favoreció a los hacendados más ricos y permitió la aplicación de nuevas técnicas para incrementar la productividad agrícola. Se empezó la rotación de cultivos suprimiendo el sistema anterior de barbecho, se mejoraron las especies ganaderas gracias al cruce de ejemplares seleccionados, se generalizó el cultivo de nuevas especies, se mecanizaron las labores del campo, se aumentaron las superficies cultivables desecando pantanos, y se logró un rendimiento mayor con la utilización de abonos.
El ejemplo de Inglaterra fue seguido por los países europeos cuya producción agrícola se duplicó entre 1840 y 1914. Durante la misma época, en los extensos territorios de los Estados Unidos, Canadá, Australia y Argentina se generalizó el cultivo de cereales o la crianza de ganado, convirtiéndose estos países en los abastecedores de Europa y del mundo entero. En los países tropicales se intensificaron las plantaciones de caña de azúcar, café y otros productos alimenticios, de algodón y de otras materias primas que abastecieron las industrias europeas.
El crecimiento demográfico y su interrelación con el desarrollo urbano
La mejor alimentación, resultante de la diversificación y de los mejores rendimientos de la agricultura, permitió disminuir la mortalidad infantil y alargar la vida de los europeos. A ello también contribuyeron los progresos de la medicina, especialmente el descubrimiento y la aplicación de la Vacuna para atajar las epidemias periódicas que diezmaban la población.
Los europeos casi se triplicaron en el transcurso del s. XIX, siendo su crecimiento más notorio en los países industrializados. Este aumento demográfico estuvo estrechamente unido al despegue industrial, pues al elevarse la población se contó con abundante mano de obra y un amplio mercado de compra que garantizaron las ganancias indispensables para nuevas inversiones. El mejoramiento tecnológico de la actividad agrícola liberó mano de obra y se produjo el éxodo rural hacia los centros industriales. Las antiguas ciudades fueron adquiriendo una nueva fisonomía, pues la aparición de las fábricas y la aglomeración demográfica impusieron cambios urbanísticos por las urgentes exigencias de distribución de agua, servicios de alcantarillado, transportes, parques y lugares de esparcimiento.
La organización del trabajo y los problemas sociales
Las transformaciones económicas que originó la Revolución Industrial alteraron las estructuras sociales vigentes desde la Edad Media. En las zonas rurales, el campesino se desvinculó del señorío feudal y se convirtió en un jornalero cuyo trabajo se retribuyó con un salario. En las ciudades, el artesano que trabajaba su propio taller se trasladó a las fábricas en calidad de obrero asalariado y pasó a depender del propietario de las máquinas. Esta nueva situación constituyó el germen de las alteraciones campesinas y de las revoluciones obreras que acontecieron durante la segunda mitad del s. XIX en Europa.
Segunda revolución industrial
Entre los años 1880 y 1914, el desarrollo industrial se extendió a nuevos países y adquirió un ritmo acelerado. Este fue de tal magnitud que muchos historiadores han denominado este período como el de "la segunda revolución industrial".
El progreso científico y la  aplicación  tecnológica
Como vimos, las industrias textiles y siderúrgicas fueron las primeras en desarrollarse. Los ingleses contaban con abundante algodón proveniente de la Indiaa bajo precio, por lo que crearon grandes manufacturas textiles que terminaron por desplazar al lino y a la lana en la confección del atuendo entre los europeos. Para ello, desde mediados del s. XVIII, contaron con la progresiva aparición de nuevos inventos que facilitaron una rápida y abundante producción.
Se comenzó con el descubrimiento de la lanzadera volante, siguieron los diversos tornos de hilar que permitieron a un obrero trabajar varios husos a la vez, continuaron con el telar mecánico y se combinaron de tal forma estos diversos inventos que la cantidad de productos fabricados superó ampliamente la demanda tradicional. Esta situación convirtió a Inglaterra en un país exportador y en el verdadero taller del mundo en la primera mitad del s. XIX.
El invento y la aplicación de la máquina a vapor abrió enormes posibilidades al desarrollo tecnológico que no dejó de progresar durante todo el s. XIX.. A fines del siglo, el alemán Daimler inventó el motor de combustión interna; entre 1900 y 1914, el automóvil y el avión se perfeccionaron gracias al motor Diesel. Al mismo tiempo, la electricidad empezó a utilizarse con fines industriales. Los estudios científicos, estimulados por los gobiernos en las universidades y financiados por las empresas, lograron obtener algunas materias con procedimientos químicos realizados en los laboratorios. Estos nuevos productos, como el caucho y el salitre sintético, abrieron un campo ilimitado al desarrollo científico y tecnológico.
El avance de los medios de comunicación
Uno de los acontecimientos más destacados durante la segunda mitad del s. XIX, fue la población y colonización de nuevas tierras. Trece millones de europeos se desplazaron a los Estados Unidos, otros se dirigieron a Australia y al algunos países de Sudamérica. California y Australia ejercieron especial atractivo sobre los buscadores de oro. Este sorprendente movimiento migratorio se pudo realizar porque los transportes se abarataron y facilitaron a los campesinos, que no encontraban trabajo en las ciudades europeas, el traslado a tierras donde existían mejores expectativas laborales. En 1869, se abrió el Canal de Suez que acercó Europa al Lejano Oriente; más tarde, se construyó el ferrocarril en el Istmo de Panamá y, finalmente, se construyó en 1914 el canal que une
el Atlántico con el Pacífico.
La aplicación de la fuerza del vapor a la navegación que iniciara Fulton en 1807 y la generalización de la hélice desde 1885 aumentaron las posibilidades de carga y de velocidad en el tráfico marítimo. Los meses que se tardaban para viajar entre dos puntos se redujeron a semanas. El ferrocarril, de invención más tardía, trajo similares consecuencias y se erigió en el símbolo del progreso. Puso en contacto las zonas rurales interiores con las ciudades costeras y permitió unir las regiones más distantes de los extensos estados que surgieron en la segunda mitad del s. XIX. Los ferrocarriles que unieron Moscú con Vladivostock en el imperio ruso, y el transoceánico que unió Nueva York con San Francisco, dieron vida a inmensos y productivos territorios continentales.
La información  se vio también favorecida por nuevos sistemas: el telégrafo eléctrico, iniciado en 1844 y el teléfono en 1876, se unieron al sistema de franqueo postal introducido desde 1840. Todos estos adelantos contribuyeron al acortamiento de las distancias y al mejor aprovechamiento del tiempo, acercaron a los hombres y cambiaron las relaciones económicas entre los pueblos y las empresas.
El apogeo del capitalismo
El nuevo sistema industrial exigió un cambio en  el mundo de las finanzas. Las antiguas sociedades integradas con capitales familiares fueron cediendo ante la aparición de las grandes sociedades anónimas, indispensables para costear los gastos que demandaban la fabricación de las máquinas y la construcción de los ferrocarriles. Gracias a esta concentración del capital, se formaron los grandes bancos internacionales y el crédito permitió emprender obras cada vez más costosas y más rentables. Así se fue afirmando progresivamente a lo largo del s. XIX un sistema económico en el que la dirección de las empresas pertenecía exclusivamente a los poseedores del K: el capitalismo. A ello colaboraron diversos factores: la libertad de enriquecimiento que benefició a quienes poseían la capacidad empresarial, la economía de mercado basada en el libre juego de la oferta y la demanda en la fijación de precios y salarios, así como la formación de las nuevas sociedades anónimas capaces de concentrar el capital indispensable para financiar los elevados costos del maquinismo
Las trasformaciones sociales
La revolución industrial tuvo hondas repercusiones en la sociedad. La burguesía desplazó definitivamente a la nobleza como clase rectora en los países occidentales. Los Lores ingleses, sin abandonar su carácter y conservando algunos de sus privilegios, se mezclaron con los burgueses y compartieron con éstos las ventajas del auge económico. En Francia y los Países Bajos la nobleza desapareció como grupo privilegiado. En Alemania, los nobles tuvieron que conformarse con hacer carrera en el ejército y en la diplomacia. Solamente en Rusia, escasamente industrializada, mantuvieron sus privilegios hasta el s. XX. En cambio, la burguesía —integrada por los empresarios industriales y los banqueros (alta burguesía), por profesionales como médicos, ingenieros o abogados, y por los comerciantes y pequeños empresarios (mediana y pequeña burguesía)— impuso su concepción de la vida, sus costumbres y valores. Estos giraron en torno a la riqueza y exaltaron las virtudes del ahorro metódico, de la constancia en el trabajo y del respeto del orden establecido.
El campesinado, arrojado del campo por la creciente mecanización de las actividades agrícolas, emigró a las ciudades y, junto al artesano empobrecido por el nuevo sistema fabril, dio origen a la nueva clase social: el proletariado obrero.
El proletariado y la cuestión social
La concentración fabril agrupó a los trabajadores, les hizo sentirse solidarios de sus problemas y tomar conciencia de los mismos para buscarles solución. El proletariado se encontró sometido a duras condiciones que empezaron a conocerse gracias a los informes de médicos y sociólogos a partir de 1830. El trabajo se realizaba en jornadas superiores a las 15 horas diarias en fábricas inhóspitas. Algunos empresarios preferían, por razones de economía, contratar a mujeres y niños. El salario se regía por la ley de la oferta y la demanda, era bajo e inseguro. Tampoco existían leyes de previsión social ni sobre accidentes del trabajo. En ciertos casos, las condiciones de las viviendas obreras eran insalubres y favorecían las enfermedades.
El estado burgués, imbuido de la ideología liberal, consideraba que toda intervención para solucionar los problemas surgidos entre el capital y el trabajo era inútil, perjudicial e injusta, porque en toda actividad debían respetarse las leyes naturales y no limitar la libertad de los individuos. Aunque en Inglaterra, en 1802, se prohibieron los horarios que excedieran las 12 horas, y en 1819 el trabajo de niños menores de 10 años, solamente a mediados del siglo los gobiernos publicaron las primeras leyes sociales favorables a los obreros. Estas disposiciones fueron resultado de la presión de algunos intelectuales cuyos escritos despertaron un sentimiento humanitario, y de los movimientos organizados de los trabajadores. Las primeras fueron las diversas corrientes del "socialismo utópico". Entre sus exponentes se destacaron: Saint-Simon, Fourier, Proudhon, Owen.
La ideología marxista
En cambio, el socialismo "científico", como lo denominó Karl Marx (1818-1883), se decidió abiertamente por la acción política. En 1848, este ideólogo alemán de origen israelita publicó, con la colaboración de Federico Engels, el Manifiesto del Partido Comunista. En él aparecen los principios de la ideología marxista y los fundamentos de su acción: materialismo histórico, lucha de clases, organización internacional de los obreros y opción deliberada por la revolución como instrumento para conquistar el poder e implantar el régimen comunista. En obras posteriores, Marx completó la exposición de su programa socio-político, pero el “Manifiesto", por su estilo apasionado y su vibrante espíritu revolucionario, es el escrito que mayor repercusión ha tenido entre los sectores obreros de la época.
En 1864, se organizó la "Primera Internacional Obrera" para impulsar la lucha revolucionaria en todos los países. Esta asociación no pudo mantener su unidad por la escisión que se produjo en 1872 debido a la corriente anarquista que dirigía el ruso Bakunin. El anarquismo deseaba suprimir el estado burgués liberal y capitalista; pero se oponía también a la instalación de un estado socialista. Propiciaba la máxima libertad de acción, por lo cual propugnaba la abstención política y la huelga para combatir al capitalismo. La Segunda Internacional, creada en 1889, no pudo superar el nacionalismo de los partidos socialistas que la integraban e hizo crisis al estallar la guerra de 1914.






Toma de Constantinopla

Toma de Constantinopla






En 1453, el sultán Mohamed o Mahomet II, dueño de toda la península fue, con doscientos mil hombres, a sitiar a Constantinopla. El emperador Constantino Dragascés que disponía apenas de diez mil soldados, defendió heroicamente la ciudad. El sitio empezó el 5 de abril, y el 29 de
Mayo se dio un asalto general. Rechazados los turcos por todas partes, consiguieron, sin embargo, sorprender una puerta. Constantino murió como un héroe; lo encontraron por la noche bajo un montón de cadáveres.
Los turcos hicieron espantosa carnicería en la multitud que, en vez de batirse, permanecía en la principal plaza de la ciudad aguardando la aparición de un ángel, encargado dé poner en fuga al enemigo. A mediodía hacia Mahomet su entrada en la catedral de santa Sofía, que desde entonces fue convertida en mezquita.
Mahomet II, que había tomado el titulo de sultán, trató de invadir a Europa, pero vencido delante de Belgrado (1456) por los restos de los ejércitos serbios y el ejército húngaro de Matías Corvino, volvió hacia el sur de la península de los Balcanes, donde acabó la conquista ocupando Morea.
Entonces empezó a prepararse para intentar la conquista de Italia. Quería, según decía, hacer comer avena a su caballo sobre el altar mayor de san Pedro, en Roma. Murió sin haber realizado ese proyecto (1481), pero echó los cimientos del Imperio Turco en Europa.


Derecho al voto de la mujer


1893 — Las mujeres obtienen el derecho al voto









La revolución democrática está todavía en marcha. Las mujeres conquistaron el derecho al voto primero en Nueva Zelanda, en 1893, y muchas naciones siguieron el ejemplo. Entre éstas se cuentan Australia, en 1894, Noruega, en 1907, y Rusia en 1917. Las mujeres inglesas mayores de 30 años ganaron el derecho a sufragar en 1918; la edad disminuyó hasta los 21 años en 1929.
Las mujeres estadounidenses lograron este derecho también en 1918, aunque algunos estados aprobaron el voto femenino antes. Francia llegó relativamente tarde a la fiesta, garantizando el voto de la mujer en 1944. Y en Suiza las mujeres ganaron el derecho al sufragio sólo en 1971.
El derecho al voto es en sí mismo importante. Pero este período, no mayor que un siglo, fue testigo de una rápida expansión, generación tras generación, del papel de la mujer y de su condición en muchas sociedades de todo el mundo. En las naciones industrializadas de Occidente, en especial, las mujeres escogieron profesiones anteriormente reservadas a los hombres y se distinguieron en la ciencia, la medicina, la abogacía y el periodismo, entre muchas otras ocupaciones. Las mujeres concursaron y ganaron cargos provistos por elección.
Importantes democracias como Inglaterra, Pakistán, la India e Israel tuvieron primeros ministros de sexo femenino en la segunda mitad del siglo veinte. En otras naciones, en particular en algunas regiones del mundo musulmán, las mujeres comenzaban a luchar por mayores libertades en los albores del siglo veintiuno.


Lanzamiento de la bomba atomica


1945 — Estados Unidos lanza la bomba atómica









Noventa mil personas murieron a consecuencia del brillante relámpago y el impacto subsiguiente que destruyó el 75 por ciento de la ciudad de Hiroshima, Japón, el 6 de agosto de 1945, cuando un avión de Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica que se usaba en una guerra. La explosión y los incendios que se desataron hirieron a otras 60.000 personas, muchas de las cuales murieron después de cáncer y otras enfermedades producidas por la radiación. Tres días más tarde los estadounidenses lanzaron otra bomba sobre Japón, esta vez en la ciudad de Nagasaki. Otras 40.000 personas murieron instantáneamente.
Dos bombas atómicas: muerte y destrucción indescriptibles e indiscriminadas. La segunda guerra mundial terminó finalmente y el mundo entró en la era nuclear.
Éstas son las únicas veces en que se han usado armas nucleares contra la población. Esperemos que sean las últimas. Pero la mera existencia de esas bombas atómicas, y de las mucho más poderosas armas termonucleares que las remplazaran, hacen de 1945 una fecha crucial. Nadie sabe qué nos deparará el futuro.
Fuente Consultada: La Historia del M

Independencia de Haití




Independencia de HAITÍ












La independencia de Haití fue un hito en la historia de América. Fue ésta la segunda nación libre del continente, y se convirtió en un símbolo al considerarse su revolución como la primera y única de esclavos negros. Este hecho, sin duda, estremeció ese mundo moderno que se estaba forjando. Al igual que los europeos, la elite criolla de las colonias latinoamericanas estuvo al tanto de las nuevas noticias que ocurrían en el Caribe. Muchos se preocuparon sobre el efecto que tendría la revolución haitiana en su sociedad. Otros, en cambio, la vieron como una esperanza.
La insurrección se gestó entre 1790 y 1804, y estuvo marcada por revueltas de las cuales solo una logró su cometido en 1804. Pero vale la pena resaltar, desde los rincones de la historia latinoamericana, la solidaridad de Haití con las nacientes repúblicas independientes de América.

HACIENDO HISTORIA

Se podría decir que la historia de América se empezó a escribir en Haití. Esta pequeña isla, el primer lugar al que llegó Cristóbal Colón en 1492, fue entonces el escenario de la primera fundación, construcción y establecimiento urbano español en el nuevo mundo: el Fuerte Navidad, ubicado en la parte noroccidental de lo que luego sería Haití. La vida de este fuerte, no obstante, fue corta. Mientras Colón se encontraba en España dando un informe a los reyes católicos sobre su viaje, en el fuerte hubo un alzamiento de los indios taínos que al ser esclavizados para el trabajo minero y agrícola que se desarrollaba, y el maltrato que recibían por parte de los españoles, desató una lucha que tuvo graves consecuencias. Por un lado, los pocos soldados españoles que guardaban el fuerte fueron asesinados. Se dice que algunos fueron incinerados en el momento en que los indígenas del lugar lo incendiaron. Por el otro, para los indígenas las enfermedades traídas por los españoles y las condiciones en que se encontraban debido a su condición, produjeron un notable descenso de la población. Éste sería el inicio de una exterminación silenciosa, pero visible, de los aborígenes, lo que implicó traer nueva mano de obra.
Cuando Colón regresó en 1493 al ver el desastre, decidió recorrer de nuevo la isla y usar los restos del fuerte en la construcción de un nuevo centro para los reyes: la ciudad de La Isabela. Esto hizo que La Española tuviera una división territorial. Mientras Bartolomé Colón fundaba La Isabela, por Real Cédula se decretó un indulto a delincuentes que deseaban instalarse en La Española. Cinco años después se autorizó la introducción de esclavos negros a América. Haití se convirtió en puerto de llegada y salida hacia las colonias de América, lo que implicó que muchos se instalaran allí para trabajar en los cultivos de caña de azúcar. Se iniciaría así la expansión de la producción azucarera y de la conquista francesa de la isla, lo que generó un tratado entre España y Francia. A la parte francesa de la isla se le dio el nombre de Saint-Domingue.
Los esclavos negros serían, entonces, la principal mano de obra para el trabajo en las plantaciones y conformaron una gran población. Allí llegaron, además, muchos piratas que buscaron refugio en la isla y consolidaron el contrabando, en particular el de aquellos piratas negreros a quienes los franceses y burgueses blancos de la isla les compraban mano de obra esclava. Las condiciones en que vivían y trabajaban los esclavos en las plantaciones, fueron el detonante para la rebelión, pues las noticias que venían de Francia, y las que llegaban de Estados Unidos, hicieron eco en las plantaciones.

LA BATALLA DE VERTIERES Y LA INDEPENDENCIA DE HAITÍ

Mientras Francia se debatía entre la república y la autocracia, en Haití el alzamiento negro se inició al proclamar una reivindicación en la sociedad, en especial su libertad. Esto se consideró como la primera revuelta de los esclavos y con ello los dueños de las plantaciones pensaron que la producción se detendría si se les otorgaban a los negros esos privilegios. Aunque el gobierno francés de 1792 les concedió la ciudadanía a aquellos hombres de color, la libertad estaría más lejos de lo que esperaban. Tal pronunciamiento generó una oposición en los blancos burgueses y blancos artesanos de la isla, quienes tuvieron que aceptar, en 1794, la decisión de la abolición de la esclavitud en las colonias francesas.
El general negro Toussaint Lou-verture, que durante las guerras entre Gran Bretaña, España y Francia participó en los bandos españoles y luego en los franceses con el fin de expulsar a los británicos de la isla vio su objetivo de libertar a los esclavos cada vez más lejano. Luego de varias batallas y estrategias militares para la expulsión de los británicos de la isla, esto se logró a mediados de 1798. Pero las hostilidades entre los mulatos y los esclavos continuaron. Jean Jacques Dessalines y Henri Christophe se unieron a Louverture contra las tropas francesas de Napoleón. Al mando del general Charles-Victor-Emmanuel Leclerc se reconquistó la isla para los franceses y Louverture fue capturado y en 1802, enviado a Francia y enjuiciado por Napoleón.
Al morir Louverture en Besanson en 1803, su lugar como general de las tropas rebeldes esclavistas lo tomó Dessalines, quien derrotó a los franceses en la sangrienta batalla de Vertieres y proclamó la independencia de Haití el primero de enero de 1804.

HAITÍ Y LAS NACIENTES REPÚBLICAS


Considerado como el padre de la nación, Dessalines formó un nuevo gobierno en Haití. En 1806, Dessalines fue traicionado por sus colegas Henri Christophe y Alexandre Petión, y fue brutalmente asesinado. Se inició un nuevo gobierno que apoyaría más adelante las luchas independentistas de las nacientes repúblicas americanas, como Colombia y Venezuela. El apoyo con armas y provisiones se dio a cambio de las promesas de emancipación de los esclavos en las repúblicas.

Independencia de los Estados Unidos


La Declaración de Independencia
4 de julio de 1776












Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derechos a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacers e justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber , derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno La historia del actual Rey de la Gr an Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.
(Aquí los colonos exponen Unos 25 agravios concretos de que acusan al monarca británico. Entre otras cosas... se ha negado a dar su asentimiento a las leyes necesarias para el bien público; [nos ha impuesto] "contribuciones sin nuestro  consentimiento", etc.)
En cada etapa de estas opresiones, hemos pedido justicia en los términos más humildes: a nuestras repetidas peticiones se ha contestado solamente con repetidos agravios. Un Príncipe, cuyo carácter está así señalado con cada uno de los actos que pueden definir a un tirano, no es digno de ser el gobernante de un pueblo libre.
Tampoco hemos dejado de dirigirnos a nuestros hermanos británicos. Los hemos prevenido de tiempo en tiempo de las tentativas de su poder legislativo para englobarnos en una jurisdicción injustificable. Les hemos recordado las circunstancias d e nuestra emigración y radicación aquí. Hemos apelado a su innato sentido de justicia y magnanimidad, y los hemos conjurado, por los vínculos de nuestro parentesco, a repudiar esas usurpaciones, las cuales interrumpirían inevitablemente nuestras relaciones y correspondencia. También ellos han sido sordos a la voz de la justicia y de la consanguinidad. Debemos, pues, convenir en la necesidad, que establece nuestra separación y considerarlos, como consideramos a las de  colectividades humanas: enemigos en la guerra, en la paz, amigos.
Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemne ente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serIo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres o Independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que  tienen derecho los Estados independientes.
Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor.


Descubrimiento de américa


Descubrimiento de América




Una vez conseguido el apoyo de los Reyes católicos de España, el 3 de agosto de 1492 salen en expedición Cristóbal Colón junto con 120 hombres de tripulación, en su mayoría, reclutados en el Puerto de Palos entre delincuentes comunes y condenados a trabajos forzados. Para su viaje contaban con tres carabelas llamadas la Pinta, la Niña y la Santa María Los reyes habían entregado aparejadas las dos primeras embarcaciones y la tercera la aparejó Colón con la ayuda económica de Martín Alonso y Vicente Yánez Pinzón, expertos marinos y constructores navales del Puerto de Palos. Navegaron las costas de África y llegaron a las islas Canarias, en donde una avería en la Pinta retraso el viaje hasta el 6 de septiembre. Desde la isla Gomera del archipiélago Canario zarparon de nuevo las carabelas, rumbo al oeste.

Después de varios meses de navegación el 12 de octubre de 1492 en la madrugada el marinero Rodrigo de Triana divisó Tierra. Habían llegado a una de la isla del archipiélago de las Bahamas llamada por los indígenas Guanahaní y que Colón le puso el nombre de San Salvador. Al amanecer Colón desembarcó, acompañado de Martín Alonso y Vicente Yánez Pinzón, capitanes de La Pinta y La Niña, y tomó posesión de la tierra descubierta en nombre de la Corona de Castilla. Después de la exploración por el archipiélago Colón se dirigió al sur descubrió la isla de Cuba y Haití y le dio el nombre de la Española. Fue ahí precisamente donde naufragó La Santa María, obligando a los españoles a construir con los restos de la nave, una especie de establecimiento llamado "Fuerte de la Navidad", en donde quedaron 40 españoles, ansiosos de riquezas, mientras Colón emprendía el viaje de regreso a España con las otras dos embarcaciones.

El 15 de marzo de 1493, llega de nuevo a Puerto de Palos con la noticia de haber descubierto tierras en el océano. Llevó a la corona española oro, muestras de plantas, animales desconocidos en Europa y 6 indígenas que habían capturado. Llamados así, ya que Colón creyó que había llegado a Las Indias sin sospechar que realmente era continente americano.

Después de este viaje, se organizaron otros viajes menores financiados por la corona española. Núñez de Balboa cruzó a pie el estrecho de Panamá y encontró el océano pacífico en 1513, Francisco Hernández de Córdoba en 1517 y Juan de Grijalva en 1518 recorrieron las costas mexicanas. Finalmente, Américo Vespucio desde 1451 a 1512 recorrió la costa norte de América del sur, los litorales del Brasil y el sur de la Patagonia y comprobó definitivamente que donde Colón había llegado no era las Indias sino un nuevo continente al que dio su nombre: América.
La hazaña de Cristóbal Colón no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Con el descubrimiento del Nuevo Mundo se aportó a España un continente de riquezas de toda naturaleza y la gloria de modificar los conocimientos geográficos existentes para la época. América por su parte recibió un gran legado cultural, de adelantos y de expresiones artísticas no sólo occidentales sino también orientales.

De igual forma, con el descubrimiento de América se potencializó el desarrollo del capitalismo tanto por la extracción de riquezas de esta parte del mundo, como por la introducción de nuevos productos agrícolas en Europa (papa) que sirvieron de base para la alimentación del pueblo, lo que facilitó la formación y sustento de los contingentes obreros, claves para el establecimiento de la Revolución Industrial en el siglo XVIII.

En consecuencia, el 12 de octubre de cada año se propone como fiesta nacional en donde se celebra el día en que las carabelas de Colón llegaron al continente Americano. El "Día de la Raza" es una ocasión para detenerse a pensar y ver que las naciones americanas deben ser plurales en lo cultural, lo étnico y lo racial.